Cerca de Barcelona, Alella es una región poco conocida de Cataluña. La viticultura se remonta a los romanos en el siglo I. La ciudad de Alella conserva muchos testimonios de este rico pasado. Apreciados por su calidad, los vinos de Alella fueron servidos en la Corte de Aragón y elegidos por los Condes de Barcelona antes de ocupar todas las mesas burguesas.
Alta Alella, una joven bodega catalana, ha asumido el reto de recuperar las tradiciones catalanas. Josep Maria Pujol-Busquets y su esposa crearon la empresa en los años 90, siguiendo los preceptos de la agricultura ecológica, a pesar de la proximidad de Barcelona y las playas, que imponen una terrible presión inmobiliaria.
Una vendimia muy temprana y un verano seco hicieron que las bayas tuvieran una concentración inusual y que las variedades de uva más tardías pudieran disfrutar de un septiembre refrescante. Cosecha de pequeño rendimiento en toda Cataogne. La vendimia es, por supuesto, manual en la finca.
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