Los rosados de Bandol te atrapan bajo su encanto y, por su redondez y su generosidad, cultivan sus diferencias. La Mourvèdre, la Garnacha y la Cinsault dan, por prensado directo, un vino estructurado y refinado, con un manto pálido delicadamente asalmonado. Adornados con sus sutiles matices, expresan voluptuosamente el carácter de su terruño.
Pueden beberse jóvenes y seducir por su frescura; la presencia de Mourvèdre, sin embargo, realza su tipicidad y favorece el envejecimiento, como es tradicional en los vinos tintos. Poseen entonces un temperamento y unos sabores excepcionales que los llevan a las grandes mesas. Vinos de pasión, su complejidad permite una amplia gama de combinaciones de alimentos y vinos.
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