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Umbría, una región con una altísima vocación vinícola, además de mil años de historia, no es sierva de la Toscana desde hace muchos años, pero ha adquirido una personalidad propia, enológica y explosiva, tanto en términos de calidad como de mercado.
En territorios mágicos nacen las dos perlas de la enología regional: el Torgiano, un inmenso Sangiovese que no tiene nada que envidiar a los grandes toscanos, habitualmente presentado como una uva similar al Chianti, y el Sagrantino de Montefalco, un vino extraordinario por su amplitud e intensidad, con taninos imponentes y gran longevidad.
Entre los blancos de Umbría, el Orvieto es uno de los grandes vinos italianos. Obtenido de los suelos tobáceos y minerales de la maravillosa ciudad umbriana, procede de la uva autóctona Grechetto, gracias a la cual se produce el Procanico, que conserva su frescura durante muchos años y puede someterse a un sorprendente refinamiento durante más de 15 años.
En la zona de Orvieto, la producción de vinos blancos de uvas internacionales representa la excelencia, como el Chardonnay (como el mítico Cervaro della Sala), mientras que la zona de Montefalco es apreciada por su Trebbiano Spoletino, un vino blanco por descubrir que ofrece intensas sensaciones especiadas. No hay que olvidar que Umbría es también tierra de vinos con podredumbre noble, quizá la más productiva de Italia, gracias a los numerosos lagos y la humedad que la producen.
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