chateau de pibarnon 2017

Una pequeña carretera serpenteante, con magníficas vistas al Bec de l'Aigle o al Embiez, conduce a través de los viñedos hasta el Château de Pibarnon, situado en una colina donde se encontraba el antiguo telégrafo óptico que unía Toulon con París. Pibarnon domina todo el viñedo e incluso los pueblos de La Cadière y Le Castellet. Fue esta extraordinaria vista la que enamoró a Henri y Catherine de Saint-Victor hace casi 30 años. Con la energía de los nuevos conversos, han ido ampliando poco a poco el viñedo original, que entonces sólo tenía tres hectáreas y media. El terruño, absolutamente único, podría constituir una denominación en sí mismo. En efecto, el suelo contiene una elevada proporción de caliza de las Trías, un subsuelo muy antiguo que surgió durante el surgimiento de los Alpes. Una particularidad geológica a la que se añade la presencia de margas azules santonianas, una especificidad que se encuentra en los terruños de Petrus y Château d'Yquem. Los Saint-Victor explotaron rápidamente este terruño único remodelando la ladera. Hoy en día, la propiedad cuenta con 50 hectáreas en explotación. Los viñedos, que se extienden en un vasto anfiteatro frente al mar, están jalonados por las famosas restanques, los muros de piedra seca que delimitan las terrazas. La mayoría de ellas tienen una excelente exposición: bien resguardadas del viento del Mistral, su orientación hacia el sureste favorece la lenta maduración de las uvas. La propiedad, dirigida actualmente por Eric de Saint-Victor, produce principalmente vinos tintos de la variedad mourvèdre. En el excepcional terruño del Château de Pibarnon, esta variedad de uva, que representa entre el 90 y el 95% de la composición del vino, se encuentra en su mejor momento: produce vinos de taninos finos y apretados, que se despliegan en un bouquet de aromas potentes y complejos. La paciencia es la palabra clave en este ámbito: al igual que en el viñedo, el proceso de encubado requiere tiempo para poder extraer los taninos tras los largos días de maceración puntuados por bazuqueos regulares. A la fermentación le sigue un periodo de encubado de tres semanas. A continuación, el vino envejece en barricas de roble durante 20 meses. La variedad Mourvèdre, que constituye la mayor parte de esta cuvée, confiere al vino una agradable plenitud y taninos bien definidos. Durante la cata, encontramos notas de frutas silvestres y especias dulces. Es un vino de largo envejecimiento que madurará con el tiempo conservando una elegancia típicamente meridional.